dimecres, 9 de juliol del 2008

El fin de la infancia

Uno de los titulares de un periódico reza hoy:
Detenido en Paterna el gerente de un club deportivo por supuestos abusos a menores
Evidentemente es "supuesto" culpable, es un tema muy delicado y no se puede acusar a nadie sin pruebas inequívocas. Aunque leyendo la noticia no es una denuncia la que tiene el tipo en cuestión, son unas cuantas, y durante un período de tiempo bastante prolongado.
Sea como sea, esto ocurre, y ocurre demasiado a menudo, y se denuncia poco.

Una historia:
Hace ya muchos años, un niño de unos 9 años iba a un colegio religioso, de los de antaño, iba todos los días muy feliz, a pesar de la dura disciplina que se ejercía en este tipo de centros en la época, allí estaban sus amigos, sus libros, sus profesores, todo, era el centro de su vida. Normal a esa edad.
La vida transcurría normalmente, todo era sencillo y bonito, felicidad y amor a su alrededor, juego y diversión, como mucho alguna pelea en el patio del colegio, pero eso era lo habitual, era un colegio sólo de niños.
Un día estaba en la biblioteca mientras esperaba a que sus padres le recogieran, estaba con dos amigos, viendo ilustraciones entre los cientos de libros que poblaban la gran biblioteca, y junto a sus dos amigos descubrieron un libro que hablaba de sexualidad, que gran hallazgo, y además contenía alguna fotografía, pero sobre todo tenía un montón de dibujos que lucían todos los detalles del cuerpo humano.
Todos los días que coincidían él y sus amigos allí, revisaban página a página, detalle a detalle cada uno de los dibujos ilustrativos de la sexualidad humana. Uno de esos días, el cura que estaba a cargo de la biblioteca, les descubrió cuchicheando y riendo mientras ojeaban el libro. El cura los amonestó y les mandó a mesas separadas, excepto a nuestro protagonista. Se lo llevó a su despacho, junto con el libro. Allí tuvieron una charla sobre el tema del libro, claro, desde el punto de vista religioso. Mientras el cura daba sus explicaciones se iba acercando al muchacho, acariciando cariñosamente su rubio pelo, por la nuca. Después empezó a frotarle la espalda, siempre sin dejar de hablar. Luego empezó a tocarle la pierna y la entrepierna, suavemente, como si no tuviera importancia, siempre centrado en las explicaciones sobre el libro. Esto ocurrió en varias ocasiones, hasta que nuestro niño dejó de ir a la biblioteca para esperar a sus padres, y optó por esperar en la calle, jugando con otros amigos que también esperaban la llegada de sus progenitores.
Nunca contó a sus padres nada de lo sucedido, sólo lo sabían los dos compañeros de fatigas que descubrieron con él el libro maldito, el libro que les llevó a los tres a pasar por el despacho del cura, y a sufrir tocamientos y caricias de un hombre ya muy mayor. Un cura respetable y venerado por toda la comunidad, un hombre de bien, se decía de él.
Esta historia se ha repetido, se repite, y sigue siendo una aberración que un hijo de puta de este calibre se aproveche de la inocencia de unos críos que pasan de la niñez a la adolescencia a hostia limpia.
Hay muchos, demasiados personajes así. No se puede hacer nada por evitar esto, dicen que denunciar, pero cuando se tienen 7, 8, 9 o 10 años, o menos, no se toma consciencia de la maldad que se está sufriendo, simplemente ocurre, y los niños no saben como reaccionar. Con esta edad no se sabe ni lo que es una denuncia, sólo se sabe lo que es un balón, una portería, una piscina, un juego, o un amigo. Cuando se es niño no debería ser importante nada más.

El abuso, a menores o no menores, me parece una de las peores atrocidades que puede cometer el ser humano. Se me hace incalificable el ser que comete y acomete tal barbaridad, todavía no he sido capaz de entender qué mueve a alguien a hacer tales cosas. Ni una enfermedad mental me parece explicación suficiente para esta inhumanidad.